Este es el título que el fotógrafo Alberto García Lix ha elegido para su exposición en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. La muestra, que reúne 250 fotografías, estará abierta al público hasta el próximo 16 de febrero y trata de reflejar los 30 años (1976-2008) de carrera de uno de los fotógrafos españoles más importantes de la escena actual.
La propuesta de este artista leonés se completa con un vídeo en el que el fotógrafo nos revela su método e inspiración; las mismas claves que le ayudaron a conseguir, hace diez años, el premio Nacional de Fotografía.
García Alix trabaja principalmente el retrato, preferiblemente en blanco y negro, y no duda en acercarse a los temas más impactantes, cargados de sensaciones, con instantáneas muy directas entre las que, por ejemplo, aparecen amigos inyectándose heroína, rostros derrotados, desnudos de mujer desmintiendo sus encantos, los pies de un muerto con la identificación colgándole de un dedo, etc.
En el video de esta exposición, la voz en off del artista nos habla de su “voluntad introspectiva de encontrar en mí lo más esencial”. Nos habla, también, de esa vida marcada por jeringuillas que acabaron con amigos; vida al límite que el supo dirigir y dejar atrás gracias a su dedicación a la fotografía.
A sus 52 años, muchos recuerdan su nombre como el del fotógrafo de la movida madrileña, adjetivo por el que el artista no se siente demasiado agradado; según sus propias palabras: "Nunca tuve ese interés ni esa vocación". A la capital llegó con su familia con tan sólo nueve años y sería allí donde tomaría contacto con su gran pasión gracias a su amistad con un fotógrafo aficionado.
El artista no ha reconocido que haya tenido intención alguna de ‘juzgar’, dice limitarse a mostrar al espectador unos personajes que forman o han formado parte de su vida cotidiana.El sexo no podía faltar en esta exposición sus alabados autorretratos y algún espacio reservado a paisajes.
En general, la exposición de García Alix, es una de esas muestras que cuenta con todo tipo de detalles para cumplir las exigencias de los públicos más exigentes.
La propuesta de este artista leonés se completa con un vídeo en el que el fotógrafo nos revela su método e inspiración; las mismas claves que le ayudaron a conseguir, hace diez años, el premio Nacional de Fotografía.
García Alix trabaja principalmente el retrato, preferiblemente en blanco y negro, y no duda en acercarse a los temas más impactantes, cargados de sensaciones, con instantáneas muy directas entre las que, por ejemplo, aparecen amigos inyectándose heroína, rostros derrotados, desnudos de mujer desmintiendo sus encantos, los pies de un muerto con la identificación colgándole de un dedo, etc.
En el video de esta exposición, la voz en off del artista nos habla de su “voluntad introspectiva de encontrar en mí lo más esencial”. Nos habla, también, de esa vida marcada por jeringuillas que acabaron con amigos; vida al límite que el supo dirigir y dejar atrás gracias a su dedicación a la fotografía.
A sus 52 años, muchos recuerdan su nombre como el del fotógrafo de la movida madrileña, adjetivo por el que el artista no se siente demasiado agradado; según sus propias palabras: "Nunca tuve ese interés ni esa vocación". A la capital llegó con su familia con tan sólo nueve años y sería allí donde tomaría contacto con su gran pasión gracias a su amistad con un fotógrafo aficionado.
El artista no ha reconocido que haya tenido intención alguna de ‘juzgar’, dice limitarse a mostrar al espectador unos personajes que forman o han formado parte de su vida cotidiana.El sexo no podía faltar en esta exposición sus alabados autorretratos y algún espacio reservado a paisajes.
En general, la exposición de García Alix, es una de esas muestras que cuenta con todo tipo de detalles para cumplir las exigencias de los públicos más exigentes.
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